domingo, 18 de enero de 2009

Morir en tu cuerpo, en ese tesoro sin dueña, que me emborracha y que me seduce. Morir en el delirio de esos ojos tristes, en el delirio de esa luz infinita que me encandila; que flotando entre sueños me arrastra hasta tu río, una visita hasta la vida misma... Llorar y dormir bajo esa misma luna, trepar hasta tu inmenso cielo; hasta la esencia de lo más puro, lo más hermoso. Uno nunca sabe por quien puede vivir, uno nunca sabe por quien puede morir... Uno busca en el cielo espejos nuevos. Cristal tan frágil como mi destino, cristal tan duro como este camino... Como este camino.

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¿Te has preguntado por el origen de ese dolor que atraviesa tu alma como una perdigonada cada vez que te asomas al abismo? ¿Ese mareo, ese resbalon hacia la nada cada vez que la negrura te hipnotiza? ¿No sientes que todos los besos esconden ese miedo a lo que no hay? ¿Y que todas las promesas y melodias solo espantan el presentimiento de estar cayendo al vacio? Es porque el abismo y tu alma estan construidos con la misma sustancia, ese agujero insondable que es el cosmos sacia su sed con tus labios. Eres la sombra de una pregunta que no tiene respuesta, tus disfraz de ser oculta tu negror. Eres un escorpion oculto en el vientre oscuro del infinito preparando su veneno para una unica ensartada. Eres la flecha de luz que busca clavarse en si misma. Asi estamos, huyendo por el cosmos de nosotros mismos, queriendo saber lo que no queremos saber. Y el abismo, que tampoco comprende, nos busca en cada momento para exclamarnos su secreto: "Infinita es la ausencia y eterna la soledad"

~ Don Lunfardo y el Señor Otario ~