viernes, 2 de enero de 2009























































Saliste ya mil veces de la pista a respirara reclutar, bien maquillado y ocultando tu lunar. Un día el bote volcó y el premio a pique se fue. Todos te daban por muerto y vos allí en mi remolque sin luz, como un polizón. Mirá qué tipo espeso, sumiso, como un guiso más, un vago de mil caravanas a punto de quedar a pie. Fundiendo plomo lográs chorros de oro cochino en besos de lo más desnudos pero el café con tu suerte se enfría en mi mesa fría... Salando las heridas jodiste a todo Cristo y más... A boluditos de la luna y tipas porno-nazi look. Tu lengua se derrite en modas de la rabia de hoy cuando enfermás con tanta gana cerrás las filas del dolor. Apuntamos a tu nariz, hundimos tus pómulos y vos resplandecías, no te quedó sueño por vengar y ya no esperes que te jueguen limpio nunca más...

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¿Te has preguntado por el origen de ese dolor que atraviesa tu alma como una perdigonada cada vez que te asomas al abismo? ¿Ese mareo, ese resbalon hacia la nada cada vez que la negrura te hipnotiza? ¿No sientes que todos los besos esconden ese miedo a lo que no hay? ¿Y que todas las promesas y melodias solo espantan el presentimiento de estar cayendo al vacio? Es porque el abismo y tu alma estan construidos con la misma sustancia, ese agujero insondable que es el cosmos sacia su sed con tus labios. Eres la sombra de una pregunta que no tiene respuesta, tus disfraz de ser oculta tu negror. Eres un escorpion oculto en el vientre oscuro del infinito preparando su veneno para una unica ensartada. Eres la flecha de luz que busca clavarse en si misma. Asi estamos, huyendo por el cosmos de nosotros mismos, queriendo saber lo que no queremos saber. Y el abismo, que tampoco comprende, nos busca en cada momento para exclamarnos su secreto: "Infinita es la ausencia y eterna la soledad"

~ Don Lunfardo y el Señor Otario ~