viernes, 2 de enero de 2009






La hija del fletero, linda infinita
volvió a Madrid, donde parece que es feliz,
ese día me mando al descenso
recuerdo como su mirada me volteó...

Pero dos que se quieres, se dicen cualquier cosa,
Ay ! si pudieras recordar sin rencor...

En mi buzón hay un par de cartas suyas
fueron juntandose y no tengo el valor...
Todavía su amor me descargas
(nunca tuvo higo seco junto a mi)...
Pero a los ciegos no les gustan los sordos
y un corazón no se endurece por que sí...
No calentás la misma cama por dos noches
me reclamaba y no la quise oír,

hice de todo por impresionarla
y dejé huérfano todo su penar
Pero dos que se quieren, se dicen cualquier cosa
Ay! si pudieras recordar sin rencor...
No me gustó como nos despedimos
daban sus labios rocío y no bebí
Sopa de almejas es todo lo que como
(Siempre fui menos que mi reputación)
Pero a los ciegos no me lo gustan los sordos
y un corazón no se endurece porque sí...

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¿Te has preguntado por el origen de ese dolor que atraviesa tu alma como una perdigonada cada vez que te asomas al abismo? ¿Ese mareo, ese resbalon hacia la nada cada vez que la negrura te hipnotiza? ¿No sientes que todos los besos esconden ese miedo a lo que no hay? ¿Y que todas las promesas y melodias solo espantan el presentimiento de estar cayendo al vacio? Es porque el abismo y tu alma estan construidos con la misma sustancia, ese agujero insondable que es el cosmos sacia su sed con tus labios. Eres la sombra de una pregunta que no tiene respuesta, tus disfraz de ser oculta tu negror. Eres un escorpion oculto en el vientre oscuro del infinito preparando su veneno para una unica ensartada. Eres la flecha de luz que busca clavarse en si misma. Asi estamos, huyendo por el cosmos de nosotros mismos, queriendo saber lo que no queremos saber. Y el abismo, que tampoco comprende, nos busca en cada momento para exclamarnos su secreto: "Infinita es la ausencia y eterna la soledad"

~ Don Lunfardo y el Señor Otario ~