miércoles, 5 de noviembre de 2008

Hubo una vez, en el que Pino se sintió mal... Porque no pudo juntar los pies y menos pudo llorar… Y hubo otra vez, en el que Pino sintió la paz... Al verse riendo, de la vejez, que nunca pudo aguantar… Se despertó y aquella miga no estaba ahí... Pasó despacio por un portal y consiguió revivir… Luego a correr y a disfrutar
(antes de moquear) que hoy se presta para no ver, soltar al chapa y bailar… Pino vos sabés, que pronto puede llover ¿con qué te vas a tapar? ¿con quién te irás a perder?... Sólo con tu cara, teñida de sencillez, se paga toda cuidad… Pero no saben, ni cómo sos, ni como hacés... (ni como sos, ni lo que hacés)... ¡Pino no sueñes más! ¡Pino mové de ahí...! Pino no vayas a hablar (no quieras volar, no quieras amar) Vos solo pedí… Se convenció, de que su ruina no existe más... Llegar la noche y portarse bien
(con un poco de maldad...) Solo cambió, toda su vida (y de cinturón) y
ahora quiere soñar de pie y atropellar al dolor...

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¿Te has preguntado por el origen de ese dolor que atraviesa tu alma como una perdigonada cada vez que te asomas al abismo? ¿Ese mareo, ese resbalon hacia la nada cada vez que la negrura te hipnotiza? ¿No sientes que todos los besos esconden ese miedo a lo que no hay? ¿Y que todas las promesas y melodias solo espantan el presentimiento de estar cayendo al vacio? Es porque el abismo y tu alma estan construidos con la misma sustancia, ese agujero insondable que es el cosmos sacia su sed con tus labios. Eres la sombra de una pregunta que no tiene respuesta, tus disfraz de ser oculta tu negror. Eres un escorpion oculto en el vientre oscuro del infinito preparando su veneno para una unica ensartada. Eres la flecha de luz que busca clavarse en si misma. Asi estamos, huyendo por el cosmos de nosotros mismos, queriendo saber lo que no queremos saber. Y el abismo, que tampoco comprende, nos busca en cada momento para exclamarnos su secreto: "Infinita es la ausencia y eterna la soledad"

~ Don Lunfardo y el Señor Otario ~