viernes, 12 de septiembre de 2008

No me despiertes cuando vengas... Y no me hables al oído... Ya no me sirven tus palabras, apague el sueño demasiado temprano... Deje una carta en la mesa, con muy poca lucidez... Pero el amor no se olvida, toda mi vida rendida a tus pies... Hay momentos que no recuerdo nada, hay momentos que no puedo olvidar... Hay momentos que por las madrugadas, me arrepiento y empiezo a temblar... Cinco segundos de gracia y mil horas sin razón... Sequé mis lágrimas en espejos fríos y soy la sombra de ayer... Hay momentos que no recuerdo nada, hay momentos que no puedo olvidar... Hay momentos que por las madrugadas, me arrepiento y empiezo a temblar... No me despiertes cuando vengas y no me hables al oído... Ya no me sirven tus palabras, apagué el sueño demasiado temprano...

No hay comentarios:

¿Te has preguntado por el origen de ese dolor que atraviesa tu alma como una perdigonada cada vez que te asomas al abismo? ¿Ese mareo, ese resbalon hacia la nada cada vez que la negrura te hipnotiza? ¿No sientes que todos los besos esconden ese miedo a lo que no hay? ¿Y que todas las promesas y melodias solo espantan el presentimiento de estar cayendo al vacio? Es porque el abismo y tu alma estan construidos con la misma sustancia, ese agujero insondable que es el cosmos sacia su sed con tus labios. Eres la sombra de una pregunta que no tiene respuesta, tus disfraz de ser oculta tu negror. Eres un escorpion oculto en el vientre oscuro del infinito preparando su veneno para una unica ensartada. Eres la flecha de luz que busca clavarse en si misma. Asi estamos, huyendo por el cosmos de nosotros mismos, queriendo saber lo que no queremos saber. Y el abismo, que tampoco comprende, nos busca en cada momento para exclamarnos su secreto: "Infinita es la ausencia y eterna la soledad"

~ Don Lunfardo y el Señor Otario ~